Carlos Blanco, el niño superdotado de Telecinco, ya tiene 23 años. ¿Qué hizo todo este tiempo? Es fácil suponerlo. Se ha licenciado en Filosofía, Química y Teología. Ha aprendido a hablar en inglés, francés, alemán, italiano, portugués, latín, griego, hebreo, ruso y seguro que alguno más. Ha escrito dos tesis doctorales e impartido conferencias. Ha publicado un interesante libro, Mentes maravillosas que cambiaron la humanidad. Todo esto no le impidió formar parte del jurado de El gran Quiz, un programa para personas con inteligencia superior a la normal. Según él la gente idolatra la televisión, y le fascina ese poder de absorción sobre las personas.
Vive con sus padres en Madrid. En el colegio, como es de suponer, pasaba los recreos sólo. Su principal diversión era leer cotizaciones de la bolsa o libros de historia. Tiene un coeficiente intelectual de 160 cuando lo normal es de 100. Entre sus momentos más felices destacan el día que descifró su primer jeroglífico, cuando vió la momia de Amenofis III, conservada en atmósfera de nitrógeno en el museo de El Cairo, o cuando escuchó a la Orquesta Sinfónica de Rusia tocando el Réquiem, de Mozart en Moscú.
Carlos Blanco optó por abrirse al mundo hace mucho tiempo. Lamentamos profundamente que otros como él no tengan las mismas oportunidades de ser felices. Podríamos definirle con muchos adjetivos, todos a favor, pero hay uno que le delata a primera vista: la humildad.
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Mi recomendación para ver una película hoy: "El príncipe de las mareas", 22:00. TCM.
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