martes, 8 de marzo de 2011

AHORRO Y SALUD

Nos encontramos en plena fiebre por ahorrar: 110 Kms/hora de velocidad máxima, neumáticos de bajo consumo, recorte en iluminación pública. Aparte de todo esto y más, el Ministerio de Industria recomienda las bombillas de bajo consumo. Pero ¿es todo tan secillo? Según Eduard Rodriguez Farré, miembro del comité científico de la UE sobre nuevos riesgos para la salud, estas bombillas representan un grave peligro por su elevado contenido en vapor de mercurio. Rodríguez Farré, que dirigió durante 10 años el departamento de farmacología y toxicología del CSIC de Barcelona, dice tajante que se nos está imponiendo el ahorro energético sin decirnos los graves problemas de salud que suponen estas fuentes de de luz. Alude a una paradoja que se produjo con la retirada de termómetros de mercurio por su elevada toxicidad en caso de rotura, sin embargo, son menos peligrosos que las actuales bombillas. Si accidentalmente tragamos mercurio de un termómetro, el organismo no lo absorbe. Pero si nos exponemos al vapor de mercurio que desprende una lámpara cuando se rompe, este se acumula en el organismo y afecta al sistema nervioso central. En EEUU se advierte del peligro y se dan las pautas a seguir en caso de rotura accidental, forma de ventilar la habitación y tiempo, evitar respirar, y llamar inmediatamente para que vengan especialistas en descontaminación. El daño puede ser irreparable en niños o en fetos, ya que afecta al desarrollo cerebral. Desde la Administración se intenta minimizar los daños, pero la situación es más preocupante de lo que se aparenta. Rodríguez Farré nos lo aclara con datos. En España hay aproximadamente 500 millones de bombillas. Cuando sean todas de bajo consumo, tendremos una tonelada y media de mercurio en vapor que será una amenaza constante. Es sorprendente comprender la magnitud del problema, sobre todo cuando se ve que lo primero que se hace es poner un producto en el mercado y luego analizar las consecuencias de su uso. Los científicos deberían insistir y luchar contra intereses económicos cuando se pisotea la salud. Es una grave irresponsabilidad estar ante la contradicción entre los beneficios económicos y los riesgos. Preguntado sobre la creencia de que el parpadeo de este tipo de lámparas provoca jaquecas vuelve a mostrarse seguro: es muy posible, porque es muy caro eliminar las radiaciones ultravioletas, que se solucionaría poniendo más filtros en cada bombilla, aunque le restaría luminosidad. Los rayos ultravioletas afectan a la piel, a las personas fotosensibles, a los enfermos de psoriasis y a la retina. Con las lámparas incandescentes esto no pasa. Se justifica diciendo que su vida es corta, pero las bombillas no son las culpables, sino a que, como casi siempre en la fabricación de los productos, tienen una vida útil programada para que se fundan en un tiempo determinado. Debemos recordar la bombilla de Livermore (EEUU). Fabricada en el año 1900 solo estuvo apagada durante 20 minutos en toda su vida. Desde que se encendió por primera vez alumbra incansable el parque de bomberos de esta ciudad.

martes, 8 de febrero de 2011

MATRIMONIO SACERDOTAL

Varios sacerdotes europeos pidieron reformas en la iglesia católica que permitan casarse a los sacerdotes. Su petición lleva por título Iglesia 2011: la imprescindible renovación. Estos teólogos piden también al Vaticano que autorice a las mujeres a ejercer el sacerdocio y que acepte las uniones de amor entre personas del mismo sexo. El papa Benedicto XVI tiene previsto viajar en septiembre a Alemania, país donde están la mayoría de estos suscriptores. Joseph Ratzinger, cuando era sacerdote examinó la posibilidad de que se autorizara el matrimonio sacerdotal. Formó parte de un grupo de teólogos que en al año 1970 presentó un escrito para los obispos alemanes con el que pidieron que se examinase el celibato y si su estricto cumplimiento era necesario para ejercer el sacerdocio y si impedía de alguna manera extender la palabra de Dios.
Ante esta petición actual de los teólogos, la Conferencia Episcopal de Alemania considera que el manifiesto crítico hacia la Iglesia católica es una buena aportación a la discusión sobre el futuro de la fe y la Iglesia alemana, y ha reaccionado de manera muy positiva a esta señal. Un comunicado hecho público por el secretario de la conferencia subraya que el memorando resume en principio ideas discutidas con mucha frecuencia a lo largo de los años, y no supone mas que un nuevo primer paso en el debate abierto en este país tras los escándalos de pederastia en el seno de la Iglesia el año pasado. El memorando, como es lógico, está en tensión aguda con las convicciones teológicas y los principios eclesiásticos.
De nuevo se quiere dar un gran paso en la modernización del cristianismo. Y de nuevo seguro que las trabas serán constantes. No me extrañaría que los curas pederastas sean los que se opongan con más energía a estos avances para construir la fe en una nueva forma de cultura; más racional, más solidaria.

viernes, 4 de febrero de 2011

René Descartes y su terapia.

Aunque sea un filósofo y su pensamiento sea lo principal en su vida, la salud ocupaba un lugar importante. "El primer bien y el fundamento de todos los restantes bienes de la vida, es la salud"; esto decía (o dice) en su Discurso del Método. A un amigo suyo, conde o marqués, no recuerdo ni lo uno ni lo otro, así como de dónde, le decía: "La conservación de la salud ha sido en todo momento la principal meta de mis estudios". A un tal Huygens le dice otra cosa parecida: "Las canas que me van apareciendo velozmente me advierten que no debo estudiar otra cosa que los medios de retrasarlas". Poco despues de nacer su madre muere de tuberculosis. Fruto de esta debilidad, Descartes padeció siempre una tos seca, incómoda, que le decía y le recordaba su debilidad. Los médicos ayudaron bastante a esta impresión, pues su vida no sobrepasaría los treinta años. Pero, contra todo pronóstico, sobrepasó, y con creces los veinte años que habían vaticinado. Como una consecuencia no reflexiva de su forma de ser, comenzó a aplicarse un método de curación preventiva basado en el convencimiento de que una mente fuerte, voraz con el conocimiento de uno mismo, y sustentado en las experiencias vividas y por haber, ayudarían más que las medicinas a alcanzar una vejez digna de un ser humano. ¿Miedo? ¡Claro que tenía miedo! Decía: "Nunca he tenido mayor preocupación de conservarme que ahora, pues antaño pensaba que la muerte no podría quitarme sino 30 0 40 años todo lo más, pero ahora no me sorprendería que me quitase la esperanza de más de un siglo". Descartes incluía en su forma de llevar su enfermedad métodos propios que nada tenían que ver con métodos científicos ajenos. Fué pionero en aplicar "ciertas faltas que solemos cometer en el régimen de nuestra vida" pero sobre todo consideraciones de higiene moral". Dos rasgos se su carácter tuvieron efectos sanadores: "Creo que la inclinación que siempre he tenido a mirar las cosas que se presentaban desde el ángulo que me las podía volver más agradables y a hacer que mi principal contento dependiese solamente de mi mismo fué la causa de que esta indisposición, que parecía serme natural, se me haya pasado poco a poco enteramente". Su natural forma de ser le obligó a obedecer pragmáticamente las leyes, las costumbres morales, y las corrientes de pensamiento. Pero al mismo tiempo, no obedecer la natural consecuencia de los actos o actitudes de la época. Cultivar todo aquello que la duda pudiera experimentar en su mente. Explorar nuevas corrientes de pensamiento o actitud. Cultivar la mente, en fin, para que con la fuerza de su espíritu afrontar las dudas, que extrapoladas a su mundo y vida física, pudieran superar sin dificultades la debilidad del cuerpo. Fué pionero en decir que el poder de la mente es como un castillo ante las enfermedades. Hoy estamos hartos de leer en innumerables revistas y periódicos que la mente influye de forma positiva en nuestro organismo. Lo que no sabemos es que nuestos antepasados más "reciéntes" ya lo practicaban sin crear escuela, esto es, sin pretender salir en portadas. Sin embargo, Descartes no llegó a centenario como, seguro, llegaría. Por obediencia de la reina Cristina de Suecia cruzó las heladas calles de Estocolmo a las cinco de la madrugada hacia un master filosófico de consecuencias fatales. Murió con sólo 54 años. Quizá mientras patinaba rumbo al palacio de su real alumna se animaba recordando otro precepto de su moral fragmentaria, el único infaliblemente terapéutico aunque no añada ni un día a la duración de nuestra existencia: "Amar la vida sin temer a la muerte".

De ahora en adelante suprimiré mis consejos para ver una peli o leer un libro, pues cualquier película o, sobre todo, libros nos enriquecerá o nos crecerá ante las adversidades. Gracias.