viernes, 4 de febrero de 2011

René Descartes y su terapia.

Aunque sea un filósofo y su pensamiento sea lo principal en su vida, la salud ocupaba un lugar importante. "El primer bien y el fundamento de todos los restantes bienes de la vida, es la salud"; esto decía (o dice) en su Discurso del Método. A un amigo suyo, conde o marqués, no recuerdo ni lo uno ni lo otro, así como de dónde, le decía: "La conservación de la salud ha sido en todo momento la principal meta de mis estudios". A un tal Huygens le dice otra cosa parecida: "Las canas que me van apareciendo velozmente me advierten que no debo estudiar otra cosa que los medios de retrasarlas". Poco despues de nacer su madre muere de tuberculosis. Fruto de esta debilidad, Descartes padeció siempre una tos seca, incómoda, que le decía y le recordaba su debilidad. Los médicos ayudaron bastante a esta impresión, pues su vida no sobrepasaría los treinta años. Pero, contra todo pronóstico, sobrepasó, y con creces los veinte años que habían vaticinado. Como una consecuencia no reflexiva de su forma de ser, comenzó a aplicarse un método de curación preventiva basado en el convencimiento de que una mente fuerte, voraz con el conocimiento de uno mismo, y sustentado en las experiencias vividas y por haber, ayudarían más que las medicinas a alcanzar una vejez digna de un ser humano. ¿Miedo? ¡Claro que tenía miedo! Decía: "Nunca he tenido mayor preocupación de conservarme que ahora, pues antaño pensaba que la muerte no podría quitarme sino 30 0 40 años todo lo más, pero ahora no me sorprendería que me quitase la esperanza de más de un siglo". Descartes incluía en su forma de llevar su enfermedad métodos propios que nada tenían que ver con métodos científicos ajenos. Fué pionero en aplicar "ciertas faltas que solemos cometer en el régimen de nuestra vida" pero sobre todo consideraciones de higiene moral". Dos rasgos se su carácter tuvieron efectos sanadores: "Creo que la inclinación que siempre he tenido a mirar las cosas que se presentaban desde el ángulo que me las podía volver más agradables y a hacer que mi principal contento dependiese solamente de mi mismo fué la causa de que esta indisposición, que parecía serme natural, se me haya pasado poco a poco enteramente". Su natural forma de ser le obligó a obedecer pragmáticamente las leyes, las costumbres morales, y las corrientes de pensamiento. Pero al mismo tiempo, no obedecer la natural consecuencia de los actos o actitudes de la época. Cultivar todo aquello que la duda pudiera experimentar en su mente. Explorar nuevas corrientes de pensamiento o actitud. Cultivar la mente, en fin, para que con la fuerza de su espíritu afrontar las dudas, que extrapoladas a su mundo y vida física, pudieran superar sin dificultades la debilidad del cuerpo. Fué pionero en decir que el poder de la mente es como un castillo ante las enfermedades. Hoy estamos hartos de leer en innumerables revistas y periódicos que la mente influye de forma positiva en nuestro organismo. Lo que no sabemos es que nuestos antepasados más "reciéntes" ya lo practicaban sin crear escuela, esto es, sin pretender salir en portadas. Sin embargo, Descartes no llegó a centenario como, seguro, llegaría. Por obediencia de la reina Cristina de Suecia cruzó las heladas calles de Estocolmo a las cinco de la madrugada hacia un master filosófico de consecuencias fatales. Murió con sólo 54 años. Quizá mientras patinaba rumbo al palacio de su real alumna se animaba recordando otro precepto de su moral fragmentaria, el único infaliblemente terapéutico aunque no añada ni un día a la duración de nuestra existencia: "Amar la vida sin temer a la muerte".

De ahora en adelante suprimiré mis consejos para ver una peli o leer un libro, pues cualquier película o, sobre todo, libros nos enriquecerá o nos crecerá ante las adversidades. Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario